Por Josué Torres Toribio
El sistema muscular consta de los músculos esqueléticos o somáticos, unas estructuras carnosas que, en conjunto, representan un 40% del peso corporal de un individuo adulto, y de los tendones, unas bandas alargadas, ricas en fibras de colágeno, a través de las cuales los músculos se insertan en los huesos. [1]
El sistema muscular consta de los músculos esqueléticos o somáticos, unas estructuras carnosas que, en conjunto, representan un 40% del peso corporal de un individuo adulto, y de los tendones, unas bandas alargadas, ricas en fibras de colágeno, a través de las cuales los músculos se insertan en los huesos. [1]
Los músculos son los órganos encargados del movimiento de las distintas partes del cuerpo. Todos ellos son elásticos, es decir, pueden relajarse y contraerse, y producen tanto los movimientos voluntarios como lo involuntarios. Por eso se dice que son los agentes del movimiento. Los músculos se unen a los huesos directamente o mediante tendones; forman parte del sistema locomotor, que recibe y ejecuta, realizando movimientos, las órdenes que le manda el cerebro. [2]
Tipos de músculos
Según su forma los músculos esqueléticos pueden clasificarse en planos, fusiformes, digástrcos, orbiculares, etc.
Según el tipo de fibras los músculos pueden ser de fibra estriada (tienen varios núcleos y la contracción es rápida y voluntaria, representan la mitad del peso del cuerpo) o de fibra lisa (posee un sólo núcleo, son de color más claro, y su contracción es lenta e involuntaria). [3]
Contracción Muscular
La contractilidad, o capacidad de contraerse, es la principal característica funcional de los músculos, la que permite a estos imprimir los movimientos necesarios para desplazar el esqueleto y generar las tensiones requeridas para mantener el cuerpo en equilibrio. [4]
Todos los músculos están conectados a su correspondiente nervio. En algunos casos las raíces de estos nervios son motoras y se encargan de transmitir el impulso nervioso al músculo, para que efectúe su acción. La orden de enviar este impulso nervioso parte de la corteza cerebral y a través de la médula espinal y los nervios llega al músculo correspondiente.
Cuando el músculo recibe este impulso, se contrae y arrastra consigo el hueso al que está unido, produciéndose así el movimiento. Cuando el impulso nervioso cede, el músculo se relaja y vuelve a su posición anterior.[5]
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